Cuando el tiempo se seca y la vida pierde brillo refulge amarillo mi brío, y soy capaz de ver en la oscuridad una flama silenciosa que remueve el sentido y puedo seguir mi camino. Sé como el agua, sé como el frío, que cala hasta los huesos de madera, que sabe a nada y a marea.
Si de mí sirviera mi deseo, sería yo quién le sirviera al deseo mismo, el mismo que me impulsa a desear ser deseo.
- ¿me deseas?- dijo el deseo
- no, deséame tu a mí para convertirme en deseo- deseó entonces...
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